Circular en la Sierra Gradura desde Fabar

12 de enero de 2020

Fin de semana con tiempo espléndido, ha empezado el año y todavía no he ido a la montaña, tenemos buena compañía… ¿hace falta algún motivo más para ir de monte?, ¡pues claro que no! Resultado de imagen de emoji sonrisa. Esta vez, Ama y yo hemos formado grupo con Marigel y Pedro y hemos decidido hacer una ruta cerca y no demasiado exigente. Para ello, los vecinos concejos de Proaza y Teverga nos ofrecen multitud de opciones y  optamos por la Sierra Gradura que, dicho sea de paso, figuraba en mi lista de «pendientes» desde hace tiempo.

A las 9:15 h nos recogen Pedro y Marigel en casa y ponemos rumbo hacia el pequeño pueblo de Fabar, en Proaza, lugar en el que habíamos decidido empezar la ruta. Está frío, pero el día promete.

Para llegar a Fabar hay que pasar Proaza y coger la carretera que va hacia Teverga, hasta llegar a una desviación que sale a la derecha y que entra en una pista con una pendiente y unas curvas que vamos, si voy yo conduciendo dejo el coche abajo y subo andando, ¡eso fijo! Bueno, además es superestrecha… afortunadamente Pedro se maneja bien por estos terrenos y en pocos minutos llegamos al pequeño pueblo de Fabar, en el que hay habilitada una pequeña zona de parking, con acceso comprometido jajaja.

Fabar
El pueblo de Fabar se extiende sobre una ladera

El pueblo es muy bonito, se extiende a lo largo de una ladera bastante pendiente. Tiene un montón de hórreos y hay algunas casas que están rehabilitadas y muy cuidadas. Al subir por la pista me ha llamado la atención que la iglesia y el cementerio están bastante alejados del pueblo. Luego, nos confirmaría un vecino que están así ubicados porque dan servicio a la parroquia de Traspeña que incluye los pueblos de Fabar, Santa María y Bustiello. Bueno, un ejemplo de buena gestión de recursos.

Fabar está situado a 520 m y nuestros objetivos son Peña Gradura ( 1159 m) y Peña Sala (1227 m). Estos picos tienen acceso desde otro muchos puntos de inicio, como los puertos de Marabio, Bustiello, Gradura, pero esta ruta de Fabar parece muy completa 🙂

Bueno, pues sobre las 10:15 h comenzamos a caminar. Nos dirigimos a la parte alta del pueblo para coger el antiguo camino que llevaba a las brañas viejas. Lo encontramos sin dificultad y por allá que nos vamos. Se trata de un camino bastante ancho, con el suelo empedrado en varios tramos y que sube todo el tiempo con una pendiente considerable. Hoy el suelo está cubierto de hojas, hay abundantes erizos de castañas que se ve que nadie recoge. También hay bastante barro, pero como está helado no hunde, así que subimos sin dificultad.

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Camino hacia las brañas

En unos 45 minutos llegamos a las cabañas de El Llanu y a partir de aquí el camino se hace más estrecho y se convierte en una senda que a veces desaparece.

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Cabaña en el Llanu

Pero, no hay problema, porque ya tenemos a la vista las cabañas de la braña del Cogollu hacia las que nos dirigimos. Ahora tenemos que atravesar la braña en sentido ascendente y dirigirnos a una collada que vemos a la izquierda.

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Cabaña en la braña del Cogollu

Pronto encontramos un camino estrecho que sube entre las rocas, de esos que tanto me gustan y desde el que ya comienzan las vistas.

empezamos con las vistas
Ya vemos el Aramo en toda su extensión

El camino termina en una collada que da acceso a la vega Castro. Esta es fácilmente reconocible porque hay una lago, pequeño pero muy bonito,  que hoy tenía la superficie helada.

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Lago Castro

Aquí nos detuvimos un rato para que Ama y Marigel jugaran un rato en el lago Resultado de imagen de emoji sonrisa, lanzando piedrecitas y palos que se deslizaban por la superficie o se hundían bruscamente, según la fuerza y la trayectoria de lanzamiento.  Y nada, ahora solo nos queda atravesar la vega y llegar a la collada que se ve al fondo de la misma. Esta preciosa llanura que en su día tuvo que ser un precioso pastizal está totalmente cubierta de tojos. Afortunadamente son bajos y hay pequeños caminos por todos los lados que permiten atravesarla sin que nos pinchemos demasiado.

Llegamos a la collada y desde aquí tiramos a la izquierda para alcanzar la cumbre de Peña Gradura que ya está muy cerca. Pronto vemos la cruz en el horizonte y justo dos horas después de haber empezado la ruta hacemos cumbre en esta magnífica atalaya.

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Foto de grupo en la cumbre de Peña Gradura

El día es espléndido, la visibilidad total, la temperatura buenísima… todo es perfecto. Mirando un poco hacia el horizonte, vemos que hay «algo» a unos metros de la cruz. Así que dejamos aquí las mochilas y nos acercamos a ver. Nos encontramos con el buzón de cumbres, ¡qué curioso!, es como si el pico tuviera dos pequeñas cumbres.

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Buzón de Peña Gradura, al fondo Peña Sala

Aquí tenemos justo delante de nosotros el inmenso paredón de la Sierra de Sobia, ¡qué bonito! Tras contemplar el precioso paisaje, volvemos hacia la cruz y paramos un rato para comer algo y para tratar de identificar TODO lo que tenemos al alcance de la vista. Al fondo llegamos a ver el mar a la altura de Gijón, vemos la sierra del Naranco, Oviedo, los polígonos industriales de la zona de Llanera, el precioso Aramo; por otro lado, vemos las cumbres nevadas del Ferreirúa, las Ubiñas que asoman y las montañas de la zona de San Isidro; en el valle se ve Teverga; al otro lado los otros picos de la Sierra Gradura, incluido nuestro próximo destino, la Peña Sala… ¡y todos los picos de los que no sabemos el nombre!

Podríamos haber quedado aquí mucho tiempo más para fijarnos en todo, porque el paisaje es realmente magnífico, pero tenemos que seguir. Volvemos sobre nuestros pasos y alcanzamos de nuevo la collada en la que nos habíamos desviado al pico. Peña Sala está ante nuestros ojos, así que solo tenemos que tratar de acercarnos a su base perdiendo la menor altura posible, y así hacemos.

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Ya queda poco para llegar a la cresta

Luego bordeamos las paredes rocosas hasta encontrar la zona por la que parece más accesible y vamos subiendo poco a poco hasta alcanzar la cresta. Desde aquí ya se ve la cruz del pico y llegamos fácilmente.

llegando a la cumbre -foto marigeñ.jpg
Vamos llegando a la cumbre – Foto Marigel

Las vistas siguen siendo maravillosas y desde aquí alcanzamos a ver, además, los puertos de Marabio, el pico Oubiu y al fondo el pico Caldoveiro, con esa forma tan característica.

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La cruz de la cumbre de Peña Sala, al fondo el pico Caldoveiro

¡Y qué lugar mejor para comer! Estamos solos en la cumbre, con un solín suave, con unas vistas impresionantes, con buena compañía… así que tenemos garantizada una comida de lujo. Además, en el menú tenemos los bocadillos gourmet de Pedro, jajaja. Así que comemos tranquilamente y… tenemos que seguir: no hay tiempo ni para una siestina ni para subir al Oubiu que tenemos tan cerca. Bueno, ¡otro día!

Ahora continuamos un poco por la cresta en sentido contrario al que habíamos llegado y vamos bajando poco a poco. Tenemos como referencia un pequeño lago, por cierto todo embarrado, que está en el valle. Se baja bien, sin ningún problema. Cuando llegamos al valle, tenemos que seguir de frente y subir una pequeña loma, hasta alcanzar la collada del Estrecho. Se ve bien desde abajo porque hay un cierre para ganado.

Y llegamos a la collada del Estrecho, tal vez el lugar que más me sorprendió de toda la ruta. Cuando te vas acercando, parece que va a haber una cortada, pero de repente empiezas a ver cómo van surgiendo las cumbres del Aramo poco a poco, ¡es una pasada de bonito! Y, además, llegas a una preciosa pradería muy verde y muy mullida. Desde aquí comenzamos a bajar, todavía por praderías, y empiezan a aparecer las cabañas del Pandiello.

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Collada del Estrecho

Poco después llegamos a una pista muy muy pendiente que baja hasta el pueblo de Bustiello.

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Pista que baja hasta Bustiello

Comenzamos a bajar y antes de llegar al pueblo, cogimos un camino a la derecha para llegar a Fabar: ¡nos salió caro el atajo! Nos metimos aquí en la parte más complicada de la ruta, en medio de un bosque por el que supuestamente bajaba un camino hasta el pueblo. Bueno, pues ni camino ni nada. La maleza lo ha invadido todo, las nevadas tempranas recientes habían derribado montones de ramas de árboles que permanecían en el suelo  y que tuvimos que sortear como pudimos, había montones de zarzas que se te enganchaban en la ropa y te acompañaban durante un trecho, jajaja.

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¿En la selva?

Cuando parecía que se vislumbraba una senda, un obstáculo nos impedía acceder… Así fuimos bajando poco a poco, guiados por Ama que está especializado en maleza, jaja,  hasta encontrarnos con las ruinas de una casa. ¡Ya teníamos que estar cerca! Y efectivamente, unos minutos después ya veíamos el pueblo al que llegamos, superadas las últimas dificultades, un poco antes de las 5 h. Salimos a la altura de una fuente, buen sitio para beber y refrescarnos un poco.

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Aleluya, llegamos a Fabar 🙂 – Foto Ama

Cuando llegamos al coche, los vecinos se extrañaron de que hubiéramos podido bajar por ese camino. Hace años estaba en uso y, de hecho, la casa en ruinas que vimos, era la antigua escuela a la que iban los niños de Traspeña, ¡qué pena me da ver este abandono! También nos confirmaron que podríamos haber seguido por la pista hasta Bustiello y luego llegar por carretera hasta Fabar. Pero… ¿y la emoción de la aventura? ¡Yo me quedo con el atajo! jaja. Mis amigos… no lo tengo claro :).

Haciendo clic aquí se puede descargar el track de la ruta.

mapa
Este es el mapa de la ruta que hicimos

Pues nada, la ruta había llegado a su fin. Nos quitamos las botas, comimos el último bocadillo gourmet que quedaba 🙂 y luego al coche, que queríamos parar un ratín en Proaza a tomar algo. Y así hicimos. Luego, rumbo a casa, duchina y a descansar… ¡Estos domingos son los que me gustan!

 

 

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