Y la lluvia incesante nos llevó a la mina de sal de Wieliczka

19 de septiembre de 2023

Pues sí, las previsiones meteorológicas se cumplieron y el martes estaba lloviendo. Y lo peor es que estaba muy cerrado y no tenía ninguna pinta de parar. Así que nuestro plan inicial de subir hoy al Kôprovský štít tendríamos que dejarlo para otra ocasión… ¡nunca se sabe! Pero bueno, para empezar bien el día, ¡qué mejor que un buen desayuno!

Y cuando a las 8:30 de la mañana llegué a la cocina, ya estaba María friendo huevos y bacon a todo lo que daba, jaja y ya estaban casi todos desayunando. Bueno, no sé si lo conté ya, pero alrededor de la casa estaban urbanizando el terreno y había obreros por allí (de hecho, nos cerraron el acceso rodado a la casa los últimos días) y con el ruido, habían despertado temprano (yo también, pero no me levanté, jaja). Y a propósito de estas obras, fue supergracioso cuando suelta María: creo que hay algún obrero que es español porque vi que estaban midiendo algo y les he oído decir: vale ya. ¡Ay, qué risa!

El salón de Pillow House

Entre desayunos y risas, nos planteábamos qué hacer. El día anterior, ante la alta probabilidad de lluvia, le había enviado Vi a la dueña de la casa, Irina, un mensaje para ver si nos sugería alguna actividad. No me acuerdo muy bien cuáles eran las propuestas, pero nos hablaba de una bolera, de un centro acuático, etc. , bueno, nada que nos convenciera demasiado.

Así que después de un rato, pensamos en la posibilidad de ir a visitar las minas de sal de Wielizcka. Estas minas, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, estaban en nuestra lista de deseos, pero casi casi las teníamos descartadas, porque no nos daba tiempo a todo. Así que, a lo mejor, esta era la ocasión.

Lo primero de todo comprobé si quedaban entradas y ¡sí!!! para la visita en español de las 12:45 h quedaban 12 entradas. Así que muy rápidamente decidimos ir y sin pensarlo más, compré los billetes.

Casi teníamos que volver hasta Cracovia y comprobamos en Google Maps que las minas estaban a 130 km de nuestra posición, pero que el viaje nos llevaría 2 h y 10 minutos. Así que, no nos quedaba otra que apurarnos para llegar a tiempo. Y así hicimos.

Ah, y esto tengo que contarlo, porque en este medio tiempo, oímos que se estaba acercando un camión de la basura y María e Ignacio salen como poseídos a perseguirlo con nuestra bolsa repleta, jaja. Los del camión fliparon porque justo al lado de la casa había unos contenedores en lo que podríamos haber dejado la basura tranquilamente. Después de resolver todos los temas domésticos, salimos de casa. Teníamos casi 2h 30 de margen, así que bueno, si no había incidentes, llegaríamos.

Íbamos todos pendientes del navegador, de los pasos a nivel, y de la estimación del tiempo de llegada que subía debido a las obras y después de un atasco que nos encontramos… ¡qué nervios! Aquí sabemos que no nos esperan, hay que llegar a la hora en punto.

Pues bueno, ¡tachán, tachán!, cuando llegamos a Wieliczka faltaban 10 minutos para la hora límite y encontramos el aparcamiento de la mina… pero Luisqui lo pasó de largo para buscar otro gratuito. Con tal que dimos un pequeño rodeo y para nada, porque como estaba lloviendo, todos le dijimos que volviera al de la mina, jaja. Así que… llegamos al punto de entrada a falta de 1 minuto para que nos cerraran la puerta en las narices. ¡Viviendo al límite, jaja!

Pues bien, allí nos recibió nuestro guía, un chico polaco de nombre Cristóbal que se ocupó de enseñarnos todo, en un perfecto español.

Describir todo lo que se puede ver en esta mina de sal me resultaría imposible, pero voy a intentar contar algunas cosas.

Sal coliflor

Bueno, lo primero que es importante resaltar es el tamaño de la mina, con casi 250 km de galerías y 327 m de profundidad. En el itinerario turístico que nosotros seguimos se recorren unos 3.5 km y se desciende hasta 135 m de profundidad. Y hasta aquí nos llevó Cristóbal bajando y bajando escalones a buena velocidad, solo seguido muy de cerca por los intrépidos miembros del Falso Llano y otra pareja de turistas. Los demás, tardaron bastante más, jaja.

Maqueta extracción sal – Foto Cova

Y en el primer nivel al que llegamos, a 64 m de profundidad, comenzó la explicación y ya nos quedamos boquiabiertos cuando Cristóbal nos explicó que todo lo que nos rodeaba, suelo, techo y paredes eran de sal: ¡impresionante! Pero la sorpresa fue en aumento cuando comenzamos a ver esculturas de tamaño considerable que también estaban hechas de sal, como la de Copérnico, el rey Casimiro III, Goethe, Chopin… y muchísimas más.

Chopin y Casimiro el Grande (estatuas de sal) – Fotos Vi y Elena

A lo largo de las galerías también vimos distintas formaciones de sal, como la preciosa sal coliflor y también hay figuras explicativas de hechos y leyendas. No puedo dejar de contar la leyenda de Santa Kinga, pues es preciosa y dice así: cuando la princesa húngara Kinga se comprometió en matrimonio con el duque Bolesław de Polonia, su dote fue una mina de sal. Kinga, inspirada por Dios, dejó caer su anillo de compromiso en la mina y después, ya casada, se trasladó a vivir a Polonia. Un día, estaba en Wieliczka y algo le pasó por la mente que hizo que les pidiera a sus hombres que comenzaran a excavar allí. Y así fue como encontraron la impresionante mina de sal que es hoy objeto de nuestra visita. Pero la leyenda no termina aquí, sino que lo más sorprendente fue cuando en el interior de uno de los bloques de sal encontraron el anillo de compromiso de Kinga.

El anillo de Santa Kinga – figuras de sal

Y ya fuera de la leyenda, la princesa Kinga vivió un matrimonio casto con Bolesław por mutuo acuerdo y cuando él murió, la princesa se fue a un convento donde destacó por su bondad y por sus milagros que la convirtieron en santa después de su muerte. Es, además, patrona de los mineros polacos. Y a lo largo de la mina, hay referencias a ella en diferentes momentos de su vida.

Capilla de Santa Kinga (nosotros, altar mayor, la Última Cena, lámpara de sal, belén) – Fotos Elena y Vi

Pero, sin duda, lo más espectacular es la capilla de Santa Kinga, en una impresionante cámara de sal, iluminada por maravillosas lámparas de sal y en la que destacan las esculturas que se incrustan en la pared y que fueron realizadas por mineros. Es una auténtica maravilla, difícil de describir.

Los penitentes – Foto Vi

A lo largo de las galerías y cámaras se pueden ver también numerosas maquetas, preciosas, que explican con claridad cómo era el trabajo de la mina y también visitamos dos cámaras con sendos lagos. Las figuras de los penitentes, mineros que recorrían las galerías en busca de grisú, las complejas estructuras de madera, los sistemas de entrada y salida de los mineros… todo está perfectamente reflejado y es una maravilla.

Estructuras de madera

Después de la visita, se puede optar por salir a la superficie, ya en un ascensor, o bien por continuar con una visita al museo de la mina. Todos nosotros, excepto María que prefirió salir, continuamos con Cristóbal en una interesantísima visita al museo casi casi para nosotros solos. Aquí nos enteramos también de que Cristóbal era guía de montaña y estuvimos hablando de los Tatras y de nuestras rutas :).

La visita de este museo fue superinteresante, pues vimos maravillosos cristales de sal, herramientas y ropa de los mineros, alguna capilla de las muchas que hay en la mina, más maquetas, una cámara con un lago y su fantasma en el que nos ofrecieron un pequeño concierto con juego de luces… bueno, ¡una pasada! Vamos, una visita superrecomendable: yo no dudaría en volver si alguna vez más la vida me trae por estos lares.

Bueno, decir que la mina continúa parcialmente activa y se extrae sal actualmente de las aguas de filtración.

El fantasma del lago

Cuando salimos ya era tarde para comer, pues la visita dura más de 3 horas, pero… lo primero de todo teníamos que buscar a María. Después de unas cuantas vueltas nos la encontramos, perfectamente ubicada en una cafetería en la que podíamos comer. Así que aquí no tuvimos problemas con el horario.

Y luego, dimos un paseo por el pueblo para tratar de identificar algunos lugares de los que habíamos visto en la maqueta: la plaza Mayor, el castillo de la ciudad, también Patrimonio de la Humanidad y que solo pudimos ver por fuera, la iglesia.

En la plaza Mayor – Foto Cova

Y nada, que teníamos que volver para casa y antes de cambiar de país, echar gasolina que aquí es más barata ;). Así que eso hicimos.

Mientras volvíamos, íbamos pensando en cómo organizarnos al llegar, me refiero a las comidas. Decidimos que hoy cenaríamos ensalada, pollo asado y helado y que también prepararíamos una ensaladilla rusa para el día siguiente. Mañana iba a hacer buen día y la ruta se presentaba larga, con lo que íbamos a adelantar el trabajo.

La cena de hoy y la ensaladilla de mañana

Y llegamos a casa cansados, sobre todo por la paliza de coche (más para los conductores, Ave y Luisqui) y nos pusimos manos a la obra: duchas y cenas. Todo estaba buenísimo, la verdad, y tuvimos una cena muy agradable.

Dispuestos a cenar

Después, enseguida nos fuimos a dormir, que mañana teníamos previsto levantarnos a las 4:45 horas para ir al Rysy (¡qué mala vida!!, jaja).

En Los montes Tatras, entre Polonia y Eslovaquia.

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